El éxito de cualquier terapia endodóntica (extirpación total de la pulpa dental) depende del adecuado desbridamiento químico y mecánico del conducto radicular infectado, para ello se requiere un conocimiento amplio de la anatomía del canal y la capacidad para identificar cualquier situación extraña y ahí es donde entran las radiografías.
Los estudios han demostrado que los microorganismos del sistema radicular residen en el canal principal, ramificaciones del mismo, los conductos accesorios, laterales e incluso en los túbulos dentarios, por lo tanto el desbridamiento óptimo sólo se logra si el clínico es capaz de identificar la presencia de canales adicionales antes o durante el tratamiento.
Actualmente el único método disponible para evaluar la raíz, la anatomía del conducto radicular y su área preoperatoria es a través de las radiografías dentales, bien sean intraorales (periapical) o extra-orales (tomografía panorámica dental o tomografía computarizada con haz cónico, CBCT), además su examen posterior y análisis minucioso es importante para conocer la complejidad del tratamiento.
Las radiografías intraorales convencionales o digitales se siguen utilizando rutinariamente como una de las herramientas de investigación más importantes durante el examen endodóntico y la etapa de diagnóstico. Aunque tiene algunas limitaciones, una radiografía periapical tomada y procesada correctamente proporciona bastante información y evidencia para ayudar durante la diagnosis.
Una radiografía periapical aceptable debe tener un contraste adecuado, ningún error de procesamiento y al menos incluir 3 mm del área periapical circundante para permitir una evaluación precisa del diente de interés y su espacio.
Se podrán hacer tomas adicionales en diferentes angulaciones (10-30 grados horizontal o verticalmente), buscando determinar la localización de una lesión circundante o cualquier defecto como reabsorción de la raíz y su superficie (interna o externa).
Los estudios han demostrado que la precisión en la detección de canales adicionales aumenta con una radiografía periapical en un desplazamiento horizontal, incluso la detección de lesiones periapicales es más precisa que con una radiografía angular. Sin embargo el grado de angulación no debe ser excesivo, ya que daría como resultado la superposición de la imagen o cambios en su tamaño reduciendo así la calidad diagnóstica.
Las radiografías periapicales son sumamente importantes porque al ser tomadas en diferentes angulaciones determinan el número de raíces y canales radiculares de un diente, especialmente en premolares y molares. Varios estudios han demostrado que las radiografías tomadas con un ángulo horizontal de 30 grados mejoran la capacidad de determinar el tipo de canal en los dientes premolares.
Además es indispensable contar con radiografías para evaluar la corona, cámara pulpar, raíces y área circundantes de un diente en particular, los dentistas deben hacer una rutina para evaluar la totalidad de la radiografía a fondo, es decir los dientes adyacentes y todo los tejidos orales antes de centrarse en el diente de interés.
Es esencial asegurarse que la radiografía está tomada correctamente para evitar un diagnóstico erróneo o una interpretación que difiera de la realidad, el uso de ampliaciones con lupa es de gran ayuda en la evaluación detallada.
El estado de restauración, la presencia de caries dentales o patologías periapicales en las piezas dentales debe ser identificado, documentado e incluido en el plan de tratamiento a tiempo.
Además la radiografía periapical debe tener una distorsión y ampliación mínimas, ya que cualquier alargamiento resultaría en una medición incorrecta de la longitud del conducto radicular, la evaluación cuidadosa de la raíz es esencial para identificar cualquier aberración que pueda estar presente, incluso propias de una raza como es el caso de los chinos que tienden a tener un canal en forma C y los mongoles una anatomía aberrante de la raíz o del conducto como tal.
Un aspecto importante es evaluar el estado y calidad de las restauraciones coronarias previas, si están en mal estado lo mejor es removerlas y reemplazarlas por aplicaciones permanentes o temporales, cualquier lesión cariosa debe ser notada además de otras alteraciones para asegurar que el diente se considere restaurable antes del tratamiento.
Evaluación operativa
La calidad de obturación se confirma durante el tratamiento para asegurar que se lleva a cabo satisfactoriamente, también es posible realizar una radiografía periapical para determinar la angulación correcta de la fresa o del limbo endodóntico cuando se trata de un canal bloqueado o calcificado, siendo un paso esencial para prevenir errores de procedimiento como la perforación del suelo pulpar o alguna pared del canal.
Evaluación post-operatoria
Una vez completada la terapia, se debe realizar una radiografía periapical para asegurar que el tratamiento se llevó a cabo adecuadamente, esto funcionará como una línea base al revisar el paciente en 6 a 12 meses más tarde. A partir de esta radiografía postoperatoria es posible determinar la calidad de la restauración final y evaluar el tamaño de la lesión periapical, si está presente.
Luego se lleva a cabo una última radiografía del diente tratado endodónticamente para vigilar la cicatrización de la lesión y confirmar el éxito del tratamiento, en el caso que exista una nueva lesión periapical o ampliación de una existente es importante tomar las medidas necesarias para identificar la causa del fracaso inicial.
Para concluir es indispensable saber que el uso de radiografías intraorales es el único método en la terapia endodóntica que permite al odontólogo hacer una evaluación de la raíz y el tejido de soporte dental para evitar complicaciones a futuro.
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