La gingivoestomatitis se define como una infección primaria en la cavidad y mucosa oral en la que se presenta una inflamación e hinchazón debido a las úlceras que pueden aparecer en las encías, los labios, la lengua o el interior de la boca.
Aunque esta afección puede surgir en cualquier etapa de nuestras vidas, es más frecuente y común en niños con una edad comprendida de uno a tres años.
Dicha inflación suele estar asociada a algún virus como el herpes simple (VHS), el coxsackie y enterovirus. Pero también puede estar relacionada a otros factores causales tales como: los hongos, bacterias, trastornos inmunitarios, déficit vitamínico, mala higiene bucal y traumatismos en la boca.
Los expertos en el tema aseguran que es usual que cuando se sufre por primera vez el virus del herpes simple del tipo 1 (VHS-1) aparezca la gingivoestomatitis.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el VHS-1 es una infección muy contagiosa y frecuente a nivel global, que produce el herpes labial, calenturas, fuegos o pulpas labiales. Para el 2012, había 3700 millones de personas menores de 50 años (67%) que han presentado el herpes simple del tipo uno en todo el mundo.
Síntomas de la gingivoestomatitis
Los especialistas en la medicina indican que los síntomas que suelen ocasionar la gingivoestomatitis son:
- dificultad para tragar debido al dolor de garganta
- fiebre por arriba de los 38°C
- sangrado
- inflamación y enrojecimiento en las encías o en el área interna de las mejillas
- babeo por el incremento en la salivación
- irritabilidad
- molestia bucal
- dolor de cabeza
- la lengua está revestida de una capa blanco-amarillenta
- cansancio y mal aliento.
Aunado a todo esto, si tu hijo padece esta infección presentará pérdida de apetito, pues no querrá alimentarse o beber ningún líquido por el dolor. En los casos más delicados o en sitios muy calurosos, el niño puede llegar a deshidratarse.
¿Cómo se transmite?
Al igual que el virus del herpes tipo 1, esta infección suele transmitirse fácilmente a través del contacto con alguna persona o la saliva, al compartir los juguetes, los vasos y los utensilios para comer.
¿Cómo se diagnostica?
El dentista al que asistas explora la boca de tu pequeño para localizar diminutas úlceras, que es el principal indicio de esta afección, además te preguntará acerca de la presencia de los otros sistemas mencionados.
En la mayoría de los casos, no es necesario que se realice algún examen especial para el diagnóstico de la gingivoestomatitis, pero el especialista puede tomar una muestra de la llaga para con el propósito de realizar un cultivo o para comprobar el tipo de virus o bacteria que provoca esta infección.
En ciertas ocasiones, el especialista practicará una biopsia del tejido de la fístula con la finalidad de verificar la causa de la infección.
¿Cuál es su tratamiento?
El tratamiento de la gingivoestomatitis usualmente consiste en la administración oral de determinados antivíricos, como el Zovirax (Aciclovir), medicamentos con propiedades analgésicas y antipiréticas como el acetaminofén (paracetamol), antiinflamatorios como el ibuprofeno y anestésicos en crema.
¡Atención! Es imprescindible que suministres estos medicamentos solo bajo supervisión médica, la cual comprobará si tu niño no presenta ningún inconveniente ni su edad es impedimento para aplicárselos. El uso inadecuado de estos fármacos puede provocar efectos secundarios en el organismo de tu hijo.
También debes tomar en cuenta las siguientes indicaciones:
- Garantiza la hidratación y nutrición del niño suministrándole leche fresca, agua y zumos en pequeñas tomas de manera periódica.
- Evita la ingesta de líquidos ácidos o carbonatados que puedan generar malestar o irritación.
- Evita el consumo de alimentos con temperaturas extremas o muy salados. Es recomendable alimentar a los infectados de gingivoestomatitis con comidas blandas, suaves y sin condimentos, para minimizar la molestia al momento de alimentarse, tales como gelatina y puré de manzana.
- Mantén una buena higiene bucal, cepilla de forma correcta sus dientes y lengua, con la finalidad de reducir las probabilidades de sufrir otra infección.
- Utiliza enjuagues bucales con lidocaína o peróxido de hidrógeno. También puedes preparar un enjuague bucal con agua de sal con la siguiente medida: tres gramos de sal o la mitad de una cucharada en un vaso o 240 ml de agua.
- Que tu niño descanse bastante para que su recuperación se agilice.
¿Cómo prevenirla?
Es aconsejable que los individuos que padezcan de esta afección, principalmente los niños, deban evitar el contacto directo o indirecto durante un período de al menos dos semanas, o inclusive hasta que los síntomas ya no estén presentes en lo absoluto.
Para prevenir la transmisión de la gingivoestomatitis no se deben compartir juguetes, vasos o utensilios para comer que use tu hijo. También debes lavar tus manos y las de tus niños de manera habitual, desinfectar los juguetes y cubiertos.
Mantener una buena higiene bucal, disminuirá notablemente tus probabilidades de desarrollar esta afección. Por esta razón, es recomendable que sigas estos pasos:
- Cepillarse los dientes y la lengua por lo menos tres veces por día, después de cada comida y antes de irte a dormir.
- Utiliza hilo dental diariamente.
- Visita al dentista mínimo cada seis meses.
- Sí tienes alguna pieza dental, mantenlas siempre limpias para prevenir infecciones y bacterias.
Ante cualquier padecimiento, debes acudir a un especialista en el campo de la medicina, quien te guiará y asesorará sobre los métodos más seguros y efectivos para su respectivo tratamiento.
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