A veces, entre tanto cuidar nuestro cuerpo descuidamos ciertas áreas por ponerle demasiada atención a otras y los ojos son uno de ellos. Comprender los males que afectan la vista es tarea de todos, con la idea de evitar lamentos.
Uno de estos males es la pingüécula, prominencia que, si bien es benigna, ligada a otros problemas visuales ameritaría una intervención quirúrgica.
De padecerla, ésta se ubica en el párpado. Presenta un tono cercano al amarillo y puede crecer en una zona cercana a la córnea. En ocasiones puede ser tan pequeña que pasa desapercibida, aunque existen casos, mínimos de acuerdo a estudios, en los que esta protuberancia con forma triangular puede aumentar de tamaño.
Como en la mayoría de los casos, sus diminutas dimensiones no afectan de manera directa la visión, incluso bien se pueden padecer varias al mismo tiempo sin problemas.
¿Qué causa la pingüécula?
Aunque todavía existen serias dudas sobré qué motiva la aparición de dicha situación, especialistas en la materia acusan a diversos factores de formar parte de la serie de circunstancias que logran darle forma.
Distintas partículas, entre las que se menciona el polvo (por nombrar alguna), pero no la más importante. A la grasa también se le acusa, lo mismo que a la constante exposición de luz solar, situaciones que poco a poco van dándole vida.
Otros estudios señalan que el síndrome del ojo seco también influye en la creación de la misma. Esto bien pude ser causado por cambios hormonales y cuya consecuencia es la producción de menos lágrimas. Quemaduras, cirugías en la zona, tabaquismo y hasta el consumo de medicamentos puede ligarse a este asunto.
Síntomas de la pingüécula
Entre los indicios que afirman la aparición de la pingüécula destaca la picazón en el ojo, la cual también puede manifestarse con el enrojecimiento del globo ocular. Esto último se hace notar en los alrededores de la córnea, la pupila y el iris.
El ojo también puede presentar resequedad, algo que puede sumarse a la irritación del área afectada.
Para esta anomalía la inflamación es otra constante. Como se explicó anteriormente, no en todos los casos mantiene un tamaño imperceptible, es por ello que lo más sensato a la hora de verse envuelto en la situación es consultar al oftalmólogo.
En cuanto a las sensaciones, una de las maneras en que se manifiesta es haciéndole creer a la persona que se trata de un constante sucio dentro del ojo, como si de polvo o arenilla se tratara.
Cómo tratar la pingüécula
Normalmente, este caso no obliga a tomar algún tratamiento con urgencia. Sin embargo, se debe tener mucho cuidado si la misma se nota cuando se pasa por algún mal visual.
Uno de los puntos, y tal vez el más contradictorio, señala que, si bien puede tratarse por medio de cirugía, la pingüécula tiene la capacidad de volver a aparecer en la región afectada, motivo suficiente para que muchas personas hayan decidido evitar la intervención quirúrgica y someterse a otra serie de tratamientos.
Pero los especialistas prefieren tomar cartas en el asunto si el caso es extremo: uno de ellos tiene que ver con la severa inflamación, la cual no genera reacción ni cambios si antes se ha pasado por algún proceso de eliminación. También cuando el mismo brota por sobre la córnea, lo que afectaría de manera directa la visión.
De no tratarse de una situación tan grave, el uso, siempre recomendado por el médico, de algún colirio o ungüento es suficiente para acabar con esto.
Pingüécula y pterigio: entre similitudes y diferencias
En algunos casos hemos escuchado a personas referirse de la misma manera a la pingüécula y al pterigio; no obstante, se trata de dos condiciones distintas.
Sobre este último vale la pena explicar que se trata de una anomalía visual, la formación de una carnosidad en los ojos, con un color diferente al mencionado en la primera parte. Mientras que la pingüécula es amarilla, el pterigio se asemeja al color de la piel.
Además, si bien puede también puede tener una forma triangular, es libre de adquirir otras: circular o alargada, por ejemplo. Su lugar de nacimiento y ubicación también es distintivo. Aparece normalmente por encima de la córnea.
Ahora, son varias las similitudes entre ambos casos.
Por ejemplo, en cuanto a sus causas, comparten casi los mismos motivos, con la diferencia de que el pterigio también puede hacerse sentir tras momentos de estrés constante.
Otra situación es que ambas son benignas, pero no por eso debe tomarse a la ligera. Como sus primeras fases pueden apuntar a los mismos síntomas, es habitual confundir a una con otra.
Lo más recomendado en esta clase de actos es prevenir antes que lamentar. Como en varios de los casos se forman por la luz del sol, las grasas y por partículas que incluso pueden formar parte del día a día, los especialistas sugieren el uso de gafas para proteger la zona.
El paso del tiempo también hace mella en la vista. La edad se hace sentir con ella algunos de los males que antes eran esquivos. Es menester para los mayores del hogar someterse a chequeos en la zona.
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