Cuando somos niños el que se nos caiga un diente es motivo de una gran alegría porque seguramente el ratón nos dejará bajo la almohada alguna moneda u otro regalo a cambio de nuestro diente de “leche”. Pero una vez que tenemos nuestra dentadura permanente el hecho de perder una pieza puede ser motivo de gran preocupación ya que sabemos que esta vez no saldrá otro.
Todos estamos en riesgo de perder piezas dentales por muy diferentes motivos como pueden ser golpes accidentales, caries, infecciones de las encías, etc. Pero las causas más frecuentes son las caries y las enfermedades de las encìas. Para estas últimas se utiliza comúnmente el nombre de enfermedad periodontal o piorrea.
Tanto la caries como la enfermedad periodontal son causadas por bacterias. Como bien sabemos, en nuestro cuerpo habitan una serie de microorganismos, la mayoría de las veces inocuos, sobre todo cuando se conserva un cierto equilibrio. Los problemas surgen cuando algunos proliferan más que otros, y es entonces cuando se presentan las infecciones.
En el caso de la boca las bacterias se alojan en lo que se conoce como placa bacteriana. Por ello es de suma importancia la realización periódica de limpiezas dentales, de manera que dicha placa se remueva eficazmente. El aseo dental contribuye en gran forma a su eliminación, pero debido a un cepillado deficiente, o a la disposición de los dientes es muy fácil que se formen acumulaciones del llamado sarro, que es donde las bacterias se adhieren para vivir.
Una vez que se han formado las incrustaciones la única forma de removerlas es por métodos profesionales. No existe todavía ningún producto o combinación de productos que sea realmente efectivo, aunque algunos logran retardar la acumulación de sarro si se emplean metódicamente después de una limpieza profesional.
Algunas de las diferentes bacterias de la placa al entrar en contacto con los azúcares de los alimentos tienen la capacidad de transformarlos en ácidos que al entrar en contacto con los dientes van desgastando y/o debilitando el esmalte que los recubre y es así como se origina la caries.
Una vez que aparece la caries es necesario tomar las medidas pertinentes para eliminarla y que el resto de la pieza quede sellada y protegida para que el problema no avance. De lo contrario se corre el riesgo de que surjan complicaciones que pueden llegar a afectar no solamente la dentadura sino al cuerpo en general.
En el caso de la infección periodontal o piorrea el caso es similar ya que es frecuente que el aseo bucal no sea tan efectivo hacia los bordes de las encías. En muchos casos hay pequeños desprendimientos de la encía quedando espacios donde se acumula el sarro ya que no siempre se tiene acceso a esos lugares ni con el cepillo ni con el hilo dental.
La placa bacteriana es toda una amenaza que se introduce por cualquier espacio, por diminuto que sea y en el caso de las encías, logra llegar al hueso y desgastarlo de tal forma que los dientes se aflojan y pueden llegar a caer irremediablemente.
Para que no te quedes sin dientes es preciso que además de asear correctamente tu boca acudas regularmente al dentista para que atienda oportunamente cualquier detalle por pequeño que parezca.
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