El enjuague bucal ayuda a prevenir enfermedades orales apoyando tú salud bucal, la mayoría de las personas lo utilizan buscando disminuir el mal aliento producido por la descomposición de alimentos y bacterias en la boca, pero además fortalece el esmalte dental y desempeña un papel importante en la prevención de gingivitis y caries dentales por lo que debes incorporarlo en tu rutina diaria, pocas personas saben que las culturas egipcias, griegas, romanas e incluso asiáticas ya lo utilizaban hace varios siglos atrás.
El enjuague bucal a nivel comercial apareció por primera vez a finales de 1800 cuando los productos de cuidado dental tuvieron éxito dentro del público a nivel mundial, pero en la antigüedad los romanos fueron los primeros en inventar esta sustancia casi milagrosa, en ese momento contenía alcohol según ellos porque sus propiedades eliminaban los gérmenes, aunque actualmente se descubrió que el alcohol fija las bacterias sobre todo en equipos médicos.
Los ingredientes utilizados durante los primeros años para el enjuague bucal incluían frutas, carbón y flores secas, la personas también preferían una mezcla de hierbas naturales con hojas de menta, leche de cabra, carbón en polvo y miel para refrescar su aliento, por otro lado en India y China se usaban diferentes ungüentos, lociones y tabletas para curar enfermedades dentales, se creía que estos ingredientes naturales tenían la fuerza para matar gérmenes que producían la gingivitis , placa dental y molestias en la boca.
“Odol” fue el primer enjuague bucal vendido comercialmente, el producto se elaboró a finales del siglo XIX y estuvo en auge después de la Primera Guerra Mundial, «Listerine» una de las marcas más populares también se desarrolló en ese siglo y ha perdurado hasta la actualidad
Un hecho sorprendente es que los romanos pensaban en la orina humana como uno de los mejores fluidos naturales para la limpieza dental, ellos creían fielmente que eliminaba la placa bacteriana y mantenía el aliento fresco ¿Usarías orina para tener una sonrisa fresca?
Preferían la orina humana para la limpieza oral porque contiene amoníaco, se dieron cuenta que este elemento tiene atributos poderosos de limpieza y comenzaron a usarlo como enjuague bucal sin pensarlo, luego esta práctica se hizo popular no solo entre los romanos sino también en el pueblo griego, debido a su enorme demanda los emperadores comenzaron a colocar impuestos sobre ella y se utilizo hasta el siglo XVIII.
Algunas tribus americanas llegaron a utilizar sangre de tortuga como enjuague bucal, buscando prevenir el dolor de muelas, otra opción era el vino blanco y leche de cabra mientras que los egipcios solían masticar carbonato de sodio para blanquear los dientes, además de elaborar bálsamos con miel, comino, incienso, grasa de ganso y ocre.
90 años después de Cristo un famoso médico griego y cirujano llamado Dioscórides propuso un enjuague bucal que contenía una mezcla con hojas de olivo, jugo de aceituna encurtido, leche, cáscara de granada, vinagre y nueces como un tratamiento eficaz para reducir el mal aliento; la limpieza de los dientes fue considerada la parte más importante en las ceremonias religiosas de los antiguos romanos, incluso solían importar la orina humana portuguesa porque tenían la noción que contenía una gran fuerza para mantener el aliento fresco y los dientes más saludables.
Anthony Leeuwenhoek un famoso microscopista en la década de 1670 descubrió la placa dental además que esta contenía organismos vivos, cayendo en cuenta que estos diminutos seres podían ser eliminados por medio de una mezcla de brandy más vinagre concentrado, la formula se convirtió en un éxito y más adelante en los años 60 se agregó el compuesto de clorhexidina utilizado por el profesor Harald Loe perfeccionado la fórmula.
Un dato curioso es que el enjuague bucal también cumple necesidades especiales para personas con aparatos de ortodoncia, problemas de sensibilidad dental y prótesis especiales, no basta con cepillarse los dientes y usar hilo dental para mantener nuestra salud en optimas condiciones, ya que el enjuague bucal ayuda a combatir las bacterias que generan el mal aliento, y si quieres mantener tus dientes sanos lo mejor es hacer gárgaras durante unos 30 segundos dos veces al día junto al cepillado dental.
La demanda de este producto ha aumentado en los últimos años y es probable que continúe creciendo debido al gran número de personas que se preocupan por su salud, la variedad de sabores, colores y funciones en el mercado es sorprendente y llega a satisfacer a todos los gustos, pero en su mayoría contienen cloruro de cetilpiridinio, peróxido de hidrógeno y hexametefosfato en cantidades variables, todos tienen el potencial de prevenir manchas en la superficie de los dientes. Seguramente habrás leído en el supermercado las etiquetas de los enjuagues que anuncian: “blanqueamiento dental”, “disminuye la sensibilidad dental”, “aliento fresco en segundos” y hasta “elimina la placa bacteriana”, por eso es tan importante consultar con tú dentista cual es la opción que se adapta mejor a tus necesidades.
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