El temor al Dentista es casi universal, en la literatura mundial abundan los personajes que sufren dolor de muelas, recordamos en especial a Gabriel García Márquez: “El alcalde empezaba a dormirse en el momento del disparo. Había pasado tres noches en vela atormentado por el dolor de muela. Esa mañana, al primer toque para misa, tomó el octavo analgésico”.
Paco Ignacio Taibo II presenta al detective Héctor Belascoarán Shayne: “Debía tener un balazo o un dolor de muelas”.
El entrañable cuento “Berenicie” de Edgar Allan Poe, narra la historia de una bella joven y su primo que la amaba, un mal día ella sufre un ataque de catalepsia y por error la sepultan viva, su primo (que padece algún trastorno neurológico) la extraña y en un estado inconsciente acude al panteón y la desentierra para sacarle los blancos dientes que lo impresionaban…
En fin, hay una larga lista de cuentos y novelas que muestran al Dentista o la odontología como el peor de los castigos, seguramente porque saben que los lectores compartirán esa visión y se identificarán con la trama.
Además del terror casi ancestral al Dentista, hay otros dos elementos por lo que la mayoría de las personas evita consultarlo:
La primera es la falsa idea que sus tratamientos son muy caros, ello se debe a que inconscientemente lo comparamos con la consulta médica, en la que los pagos se distribuyen en varios servicios: Pago de la consulta médica, pago de medicamentos, paga de estudios de laboratorio, etc.
Sucede que el Dentista adquiere los materiales y medicamentos que aplica para el tratamiento, además de los estudios radiográficos y otras pruebas; más aún, él paga a los Laboratorios de Prótesis por la confección de las coronas, incrustaciones, dentaduras, etc.
Si sumamos los gastos en que incurrimos para atender una enfermedad general, serán muy superiores a los que pagamos al Dentista por un tratamiento que tendrá una larga duración, de manera que no tendremos que volver a gastar por el mismo padecimiento en varios años.
El segundo elemento por el cual no queremos ir al Dentista (además del miedo y los costos que acabamos de ver) es la falsa creencia que siempre habrá dolor, desde el examen clínico en que nos revisan cada diente con el explorador, hasta las extracciones dentales que pareciera que nos arrancan la pieza.
Es probable que en alguna ocasión hayamos sufrido dolor en alguno de esos casos, para evitar que vuelva a suceder, o mejor aún que no los tengan que padecer nuestros hijos y/o familiares la receta es simple:
Acudir al Dentista cada seis meses
Los problemas dentales como las caries, las enfermedades de las encías, las maloclusiones, lesiones precancerosas y todas en general se caracterizan por dos cosas: No ser dolorosas y avanzar lentamente; por eso, cuando asistimos al Dentista sólo en caso de dolor, es porque la enfermedad ya ha avanzado mucho, por ejemplo la caries destruyó el esmalte y la dentina y está cerca del nervio, las enfermedades de las encías inician con una pequeña mancha de sangre al cepillarnos y cuando hay dolor o movilidad es porque ya se ha perdido mucho hueso de soporte.
Por ello, si acudimos al dentista antes que haya cualquier molestia, podremos detectar el padecimiento cuando aún no provoca mayor daño y el realizar el tratamiento sin dolor y con un costo bajo.
Veamos un ejemplo frecuente: Las caries dentales.
Las caries inician con la desmineralización del esmalte dentario, si se detecta a tiempo se pueden aplicar barnices y geles remineralizantes con flúor, o selladores de fisuras que evita que las caries incipientes avancen. Así, sin anestesia y a un costo realmente económico se resolverá el problema.
Si en vez de ir al Dentista a los seis meses que nos tocaba a atención dejamos que pase uno, dos o más años, la lesión cariosa habrá perforado el esmalte, destruido la dentina y afectado al nervio, con ese clásico dolor que no nos deja dormir por no estar a gusto.
Cuando asistimos al Dentista para atender esta caries avanzada; además del dolor y frustración acumulados, habrá que tomar antibióticos, analgésicos y desinflamatorios, sacar radiografías, regresar a consulta cuando hayan hecho efecto los medicamentos, anestesiar, realizar tratamiento de conductos (“Endodoncia”) o extracción, corona o implante, etc. Naturalmente, las molestias y costos serán mucho mayores que si se hubiera atendido la caries cuando iniciaba.
Así que ya lo sabes: La mejor forma de perder el miedo al Dentista es acudir a consulta cuando estamos sanos, para mantenernos libres de enfermedades bucales.
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