El síndrome del ojo seco es un padecimiento que consiste en la falta de lubricación del globo ocular, debido a una baja producción de lágrimas o a la mala calidad de éstas.
Las glándulas lagrimales son las encargadas de producir la secreción ocular, se encuentran entre la ceja y el parpado superior, al salir recorren el ojo para luego ser drenadas hacia la cavidad nasal por unos conductos llamados canalículos lagrimales. Una vez allí son evaporadas por el aire que atraviesa las fosas nasales durante el proceso respiratorio.
A simple vista las lágrimas parecen solo agua pero, aunque están conformadas en un 99 % de ella, poseen otros elementos como lípidos, que es lo que ayuda a hacer más lento el proceso de disipación de las mismas. Y, por último, hay una sustancia rica en mucina, que ayuda a mantenerla adherida al globo ocular.
La función principal de la lágrima es mantener la humectación del ojo, protegiéndolo de agentes externos como el polvo y las bacterias del ambiente. Estas son distribuidas a través de todo el órgano visual cada vez que parpadeamos; asimismo, representa un proceso natural para su buena salud.
No obstante, al permanecer con los ojos abiertos, el curso de evaporación comienza hasta hacernos percibir la molestia de resequedad, si no se tiene consciencia de ello para tomar la medida antes de que esta se origine.
Cómo detectar la resequedad ocular
Los síntomas del síndrome del ojo seco varían según el paciente. Sin embargo, los más reportados son la sensación de tener algún cuerpo extraño, lagrimeo excesivo, visión borrosa, ojos rojos, dolor de cabeza o en los globos oculares, sensibilidad a la luz y comezón.
Existe un gran número de factores causantes de esta afección, como la vejez, enfermedades hormonales, menopausia, cambios de las hormonas durante el embarazo, diabetes mellitus, mal de Parkinson, lupus, el uso de ciertos medicamentos (antidepresivos, antihistamínicos y anticoagulantes, entre otros) deficiencia de vitamina A y falta de omega 3.
También existen otros agentes externos que pueden ocasionar este problema, como vivir en ambientes muy secos, el uso de pupilentes por lagos períodos de tiempo, exposición prolongada a monitores de computadora o pantallas encendidas de cualquier tipo y lugares con aire acondicionado.
En casos menos frecuentes puede ocurrir una obstrucción de los agujeros por donde drenan las lágrimas, cuya causa puede ser una infección, tumor o una inflamación. Algunos recién nacidos presentan este problema por la presencia de una membrana que tienen desde el proceso de gestación, pero esto se soluciona por sí solo durante el primer año de vida.
La dacriocistitis como factor importante y otras causas
Cuando los canalículos lagrimales se bloquean, puede traer como consecuencia una infección denominada dacriocistitis que puede ser reconocible si se perciben síntomas como lagañas constantes, sangrado, hinchazón en las zonas cercanas al parpado y fiebre. Otra causa puede ser una infección nasal conocida como sinusitis, que puede inflamar los lagrimales, ocasionando la referida obstrucción.
La dacriocistitis es una inflamación del saco lagrimal, esta puede ser de tipo aguda o crónica. La primera se produce por micro cálculos o por mala higiene del ojo y se genera con la presencia de mucho dolor en la zona, lo cual debe ser tratada con prontitud, debido a la cercanía que tiene con la vena angular. Esta afección es más común en las mujeres.
La crónica se manifiesta con lagrimeo excesivo y enrojecimiento de la esclerótica (parte blanca del órgano de la vista). Es más leve que la anterior, pero si no se detecta a tiempo, puede convertirse aguda.
Las personas que han sido sometidas a intervenciones quirúrgicas como LASIK, son propensas a padecer el síndrome del ojo seco, en vista de que la misma se refiere a un corte de la córnea que afecta, de esta manera, los nervios que envían la información a las glándulas lagrimales para que produzcan la secreción.
Recomendaciones
Para el tratamiento de la resequedad ocular es necesario conocer bien las causas, pues, si se llegase a tratar de una obstrucción del lagrimal, esta podría requerir una intervención quirúrgica donde se realice un destapado de la vía que recorre el líquido en cuestión. Otra posible solución para causas menos avanzadas, como la conjuntivitis, puede ser el uso de antibióticos tópicos u orales.
Algunos estudios científicos, han determinado que hasta un 80% de los casos del síndrome del ojo seco corresponden a un “mal parpadeo”, lo que produce una evaporación más rápida de las lágrimas. Es por eso que debemos ser cuidadosos con nuestra vista y protegerla, evitando exponernos a constantes esfuerzos como largas jornadas de lectura sin descanso, uso indiscriminado de los teléfonos celulares, televisión y computadoras.
La recomendación principal para mantener una buena salud lagrimal es realizar frecuentemente parpadeos programados, que consiste en un ejercicio de abrir y cerrar los ojos durante varios segundos. Colocar la mano sobre el ojo en este procedimiento, también puede ayudar a la relajación del mismo y a la recuperación de secreción.
Ahora bien, si se presentan las molestias por un tiempo prolongado, sin una disminución de las mismas, lo más idóneo es acudir al especialista en oftalmología, a fin de que determine las causas específicas y el tratamiento adecuado que se deberá seguir. No obstante, lo más importante es crear el hábito del parpadeo constante.
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