Cuando hablamos de infecciones odontogénicas nos referimos a aquellas que afectan el hueso maxilar en la región periapical (alrededor de los dientes), y que se originan en la estructura dental o del periodonto (estructura que sirve de soporte y firmeza de los dientes).
“La mayoría de las infecciones de la cavidad oral son odontogénicas, habitualmente locales y circunscritas, pero en ocasiones pueden propagarse por continuidad y acceder a los tejidos profundos”, explica un médico especialista en estomatología, y un especialista en medicina familiar y comunitaria.
Estudio Dental en Barcelona señala que las infecciones de este tipo, durante su evolución, pueden propagarse a regiones anatómicas distantes de la región periapical e, incluso, pueden llegar hasta “zonas más alejadas de los maxilares, como los espacios cervicales”.
En casos extremos, la infección logra diseminarse hasta partes del cuerpo aún más distantes, como el pulmón, el endocardio, el cerebro, entre otros, casos en los cuales podría resultar letal, según lo que informa Propdental.
La cavidad bucal
De acuerdo con el portal médico Science Direct: “La cavidad oral es el primer segmento del aparato digestivo y comunica directamente con el exterior, por lo que no es una cavidad aséptica”, es decir, en ella se alojan millares de bacterias, formando lo que los especialistas denominan microbioma.
Así mismo, además de la flora bacteriana, en nuestra boca se alojan hongos, parásitos y virus, los cuales normalmente son neutralizados, gracias a los agentes antimicrobianos con los que cuenta la saliva.
No obstante, el equilibrio de la flora bacteriana oral puede resultar alterado por cambios fisiológicos, como la edad, los cambios hormonales, el embarazo, entre otros. Pero, generalmente, los individuos sanos se adaptan a esas alteraciones, sin desarrollar enfermedades.
Desarrollo de la enfermedad odontogénica
Por distintos factores, en el microbioma oral se puede generar una proliferación desmedida de las bacterias cariogénicas y periodontogénicas. Estas bacterias ocasionan diversas afecciones orales entre las que se encuentran:
- La caries: destrucción de los tejidos duros de los dientes.
- La pulpitis: necrosis (muerte) de los tejidos blandos internos de los dientes, donde se hallan nervios y vasos sanguíneos.
- Gingivitis: inflamación de las encías por presencia de placa dental.
- Periodontitis: infección del conjunto de ligamentos encargados de mantener los dientes firmes en su cavidad (periodonto), lo que genera el aflojamiento y la caída de estos.
- Pericoronaritis: inflamación de las encías por el brote de muelas nuevas (de las primeras muelas en los niños, y de las cordales en los adultos).
- Absceso periapical: formación de una especie de bolsa llena de pus.
Como consecuencia de estas afecciones, la región periapical maxilar resulta infectada, caso en el que, si no se toman medidas oportunas, puede ocurrir la diseminación bacteriana hacia otras zonas, empeorando el cuadro clínico.
Causas de la infección odontogénica
Según lo que detalla Estudi Dental Barcelona existen varias causas para el desarrollo de una infección odontogénica, que son las siguientes:
- La causa pulpar: la existencia de caries o pulpitis implica la apertura de un agujero dentro del diente que permite el ingreso de microorganismos hacia la zona periapical.
- La causa periodontal: frente a una gingivitis convertida en periodontitis, las bacterias pueden crear un absceso que extiende la infección al hueso y a los tejidos blandos cercanos. La infección también puede generarse por pericoronaritis, mayormente como consecuencia de hábitos de higiene bucal deficientes.
- Causa traumática: un traumatismo agudo puede conllevar a la necrosis pulpar (muerte del nervio dental) aunque no haya habido caries previamente. De la misma manera, los “microtraumatismos repetidos”, es decir, las frecuentes lesiones por malos hábitos de higiene dental, también generan la muerte del nervio dental y, con ello, una consecuente infección.
- Causas iatrogénicas: se refiere a que, en un tratamiento o intervención bucal, la estructura dental puede resultar afectada por procedimientos bruscos, con lo que se corre el riesgo de contraer una infección.
Tratamiento
El tratamiento de las infecciones odontogénicas depende de varios factores que se toman en cuenta. Tal es el caso de la fase o severidad de la infección, la causa que la genera, la zona afectada y las bacterias implicadas.
En general, el tratamiento de las fases leves y moderadas comprende la administración de antibióticos de primera elección, como penicilinas; mientras que los casos de mayor severidad requieren el suministro de antibióticos de segunda o tercera elección como metronidazol o aminoglicósidos, respectivamente. Además, el tratamiento es complementado con analgésicos y antiinflamatorios.
Normalmente, las infecciones odontogénicas causadas por gingivitis o periodontistis suponen solo la administración de antibióticos. No obstante, en otros casos, como en el de la presencia de caries o pulpitis, el mecanismo adecuado puede ser la exodoncia (extracción de dientes).
Por último, frente a la presencia de abscesos y pericoronaritis tienden a recomendarse procedimientos de drenaje quirúrgico y desbridamiento (eliminación de tejido dañado).
Diseminación de la infección
Entre las afecciones más graves que se han evidenciado, como consecuencia de la diseminación de infecciones odontogénicas, se encuentran abscesos cerebrales, endocarditis infecciosa, abscesos pulmonares, conjuntivitis bacteriana, osteomielitis maxilar, infarto cerebral, meningitis, entre otras.
De allí que resulte fundamental controlar el miedo al dentista y acudir oportunamente si presentamos alguna infección odontogénica, para evitar la propagación y mayores complicaciones.
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